Sobre mí

 



De niño, sentí gran devoción hacia los animales; tanto es así, que tenía una gran colección de animales de juguete.

De entre muchos recuerdo: un Tapir, dos leones, una ballena, una pantera negra, un leopardo, un okapi, un hipopótamo, un cocodrilo,una tortuga galápagps, una jirafa, un tigre, un elefante y muchos más.

Era una gran colección, que mi madre me compraba.

También tuve mascotas. Una lora , a la que pusimos Poly, Manchita fue mi primer perro, luego vino Yandú, mas tarde una gata toda blanca, María Eugenia y después Gatalina, que era toda negra.

Pero entre perros y gatos, tuve dos tortugas, la primera fue una de esas de color marrón, que sacan la cabeza de lado, y la segunda era de colores verde y amarillo.

A ambas les puse el nombre de Carolina.

Mi habitación tenía una puerta que daba al patio, y por las mañanas, al abrirla, siempre encontraba a Manchita, durmiendo allí, todo enroscado y justo en medio, a Carolina primera.

Carolina segunda, me acompañó mis años de bachillerato y universidad.

Solía ponerla encima de la mesas mientra estudiaba y se paseaba entre libros y papeles.

Hay quien dice que las tortugas no entienden. Pues Carolina segunda, sí que lo hacía.

- Carolina, sal de la puerta, que si entra alguien, te puede lastimar- Carolina me miraba, y salía de allí.

En una ocasión, en que vino a visitarme, Telma, mi maestra de dibujo, vi a Carolina dar un pequeño salto hacia ella, abriendo la boca y haciendo un sonido raro, como GGGG!!!

Esa fue la primera vez que intentó “auyentar” a quién se me acercara.

En mi barrio también estaba El Malevo, un perrote enorme y negro, guardian de una industria ubicada frente a mi casa. Lancero, el perro de Ariel, un Boxer de gran tamaño, gigante, con quien nos lo pasábamos en grande jugando con él, y un perro callejero, que el barrio había adoptado, y que ,como parecía un lobo, le pusimos de nombre Lú.

También había un chivo, el Coco, que jugaba con nosotros.

Y como soñaba con ser uno de los dibujantes de Disney, vivía dibujando animales.

Los elefantes eran mis preferidos. Pero de esos dibujos, ya no existe ninguno.

Me encantaban las películas como “La noche de las narices frías”, “los Aristogatos” y mi preferida “Robin Hood”, donde Robin era un zorro.

Ni hablar de Kimba, Daktari o Tarzán, o las tiras que ponía el periódico de los domingos “Tarzán de los monos” con unos alucinantes dibujos de leones y gorilas.


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